viernes, 20 de marzo de 2009

El ensayo literario

El ensayo literario
1.-Que es un ensayo literario
El ensayo literario se puede definir a partir de las ideas en juego que abarcan diversas disciplinas como la moral, la ciencia, la filosofía, la historia y la política, las cuales crean un misceláneo dinámico y libre. En el ensayo, el autor plasma sus impresiones y reflexiones acerca de la vida; es y debe ser personal, subjetivo: una visión particular del escritor. Los filósofos defienden el ensayo como una forma de expresión real de las manifestaciones filosóficas, llámese tratado, discurso o réplica. Por tanto, el ensayo no puede ser definido en un solo concepto, las diferentes disciplinas lo adecuan a sus necesidades, y se valen de artilugios para defender su género. El ensayo por definición, es un concepto incitante que invita a transgredir las normas estéticas y morales. Los periodistas argumentan que todos los días se ensaya a manera de nota informativa sobre la realidad. El ensayo es un producto crítico por excelencia.
2.-Cual es el origen del ensayo literario
Los tratados, género más culto de la Antigüedad grecolatina, pueden aproximarse al ensayo. Esto es lo que sucede con la Anabasis de Jenofonte, los Caracteres de Teofrasto y la Epistola a los Pisones de Horacio, también conocida como Arte Poética.
La crítica coincide en señalar a Luciano de Samosata como el primer ensayista. Su prosa se caracteriza por la serenidad, la universalidad y la ironía. Emplea en sus escritos la forma de dialogo; este recurso, que nos parece extraño, le permitía dar múltiples opiniones sobre el tema. Despues de Platón, el dialogo pasó a ser una eficacísima herramienta didáctica, y el ensayo lo vio como una forma excelente de transmitir las ideas. Luciano de Samosata trató, fundamentalmente, el tema del ocaso de los dioses, pero no por ello dejó de expresar su sentir acerca de las miserias físicas y espirituales, acerca de las debilidades de la sociedad de su tiempo.
La critica señala que el ensayo nació en Francia, pasó a Inglaterra y de allí regresó a su país de origen enormemente enriquecido. El ensayo, forma proteica, se adapta perfectamente al espíritu libérrimo de los ingleses y en esa tierra ha dado grandes ensayistas. Bacon (1561-1626) y Addison (1672-1719) son sus más dignos exponentes. Bacon se ocupa de los mas profundos problemas humanos, de las cuestiones metafisicas. Addison -a quien se considera antitético al primero- prefiere los temas relacionados con su época. La temática de Bacon es variadísima, circunstancia que lo acerca a Montaigne, aunque no sabemos a ciencia cierta si lo conoció. En cuanto al estilo, en ambos autores se caracteriza por la gracia, humor, limpieza y agilidad.
Ya mas cercanos en el tiempo, debemos mencionar a Diderot, Madame de Stäel, Hipólito Taine, Ralph Waldo Emerson, T. Carlyle, Paul Valery, Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset, autores que contribuyeron a que este genero, surgido hace relativamente poco, haya alcanzado un lugar de honor en las letras.
En Sudamérica, el ensayo ha tenido enorme éxito. Estuardo Núñez señala que el ensayo hispanoamericano tiene sus raices, indudablemente, en los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega. Entre los ensayistas mas destacados podemos nombrar a Unanue, Bolivar y Andrés Bello en las épocas de la emancipación. Han sido ensayistas Sarmiento, Alberdi, Manuel Ugarte, José Enrique Rodó y, más tarde, Ricardo Rojas y Alfonso Reyes, entre otros.
El ensayo argentino, en nuestro siglo, goza de gran prestigio. Roberto F. Giusti (21) describe los ensayos de algunos autores:
Ezequiel Martinez Estrada, autor de Radiografía de la Pampa y La cabeza de Goliat, nos ha dejado escritos originales, de gran fuerza persuasiva.
Un insigne novelista, Eduardo Mallea, contribuyó con su obra al enriquecimiento de este nuevo género. En El sayal y la purpura analiza temas concernientes al ser humano en general, a la tierra o a su propia subjetividad.
En Carlos Alberto Erro encontramos un cultor del ensayo de tipo filosófico, sociológico y literario. Conocedor del pensamiento de Kierkegaard, Unamuno y Péguy, se aboca a la indagación acerca de la angustia del hombre.
El ensayo literario, cultivado por Miguel Cane, ha tenido en nuestro siglo numerosos y diestros exponentes. Entre ellos cabe destacar a Rafael Alberto Arrieta, Ricardo Saenz Hayes, Jorge Luis Borges y Victoria Ocampo. Muchos de estos autores han tenido marcada afinidad con la literatura inglesa, en la que el ensayo tiene grandes cultores.
Alberto Gerchunoff fue un gran improvisador, un agudo observador. Movido por una tendencia natural de su espíritu a la sátira, redactó valiosas paginas sobre los fenómenos sociales y, en especial, sobre los argentinos.
Victoria Ocampo, fundadora y directora de la revista Sur, ha cultivado el ensayo, ocupándose de temas concernientes al espíritu y al mundo. Ha reivindicado, por medio de su obra, la posición de la mujer en la sociedad.
El ensayo crítico dialogado encuentra una elogiable expresión en la obra de Carlos Obligado, La cueva del fósil, en la que el autor juzga la producción de Leopoldo Lugones, apoyándose en una vasta información literaria.
Además de los mencionados por Giusti, muchos ensayistas aportaron y siguen aportando su ingenio a las letras argentinas. Nombraremos sólo algunos de estos autores que contribuyeron al engrandecimiento del género en nuestro país: Delfina Bunge de Gálvez, Fryda Schultz de Mantovani, José Gabriel, Juan P. Ramos, Bernardo Canal Feijoó, Julio Irazusta, Guillermo Ara, Raúl H. Castagnino, Julio Caillet-Bois, Delfin L. Garasa y Rodolfo Modern.



3.-Que características debe tener un ensayo literario
Sus características son:
- estructura libre
- de forma sintética y de extensión relativamente breve
- variedad temática
- estilo cuidadoso y elegante
- tono variado, que corresponde a la manera particular conque el autor ve e
interpreta al mundo.

4.-Busque y anexe un ejemplo de ensayo literario
Ejemplo de Ensayo: El Cuento
El Cuento tuvo que pasar durísimas pruebas, desde su aparición formal, hasta que mucho más tarde fuera aceptado como un género literario.
Durante muchos siglos, la literatura no fue amigable con el cuento y se negó a recibirlo como elemento constitutivo de su estructura.
La soberbia trilogía: lírica-épica-drama conformó un gran cerco discriminador que lo condenó al ostracismo literario y al desdén de los grandes iniciados.
Sin embargo, este desprecio no sólo fue injusto, también conjuró una contradicción sin sentido.
La capacidad original de ser transmitido de boca a boca, en forma de mito, tradición o leyenda, aún antes de que apareciera la escritura, hizo del cuento el prototipo que después se convertiría en la inquietud estética de los diferentes géneros literarios.
Por esas asombrosas transformaciones que se suceden en la historia, el misterio del mensaje gutural en las cavernas, con el cual se dejaba como herencia el recóndito origen del fuego, se transformó en la expresión refinada de aureolas estilísticas que circundarían luego grandiosos movimientos en la composición y en el contenido de la intuición modeladora.
Por ello, era una contradicción, por demás artificial y arbitraria que fuera precisamente el Cuento el que se viera privado de participar en la expresión de los momentos vitales vividos por la Intuición.
Pero nada podría oponerse a que el Cuento, sin ofender virtudes ajenas ingresara oficialmente al mundo de los estados esenciales del Ser.
Germen primero de los esfuerzos expresivos de la humanidad, quedaría desde entonces y para siempre como instrumento último de expresión, para acompañar al ser humano en su circunvalación alrededor de la infinitud.
Una vez aceptada en la poderosa esfera de lo trascendente, se instala en una burbuja que es movimiento puro.
Desde allí participa de la Intuición esfingística del Poema en Verso y transfigura del Desarrollo Literario de la Novela, hasta conformar con ambos la síntesis totalizadora del momento que revela.
Si antes había sido transmitido, ahora era la transmisión misma de la Intuición que cincela para nosotros una dimensión vivencial.
En las extrañas disposiciones dialécticas de la conformación del Ser, el Cuento es una síntesis totalizadora, cuyo grado sólo es superado por el del Poema en Verso.
Es que tiene la capacidad de concentrarse en la descripción de los Momentos Vitales con una intensidad que la novela pierde por su extensión y variedad temática.
Hay algo más: el Cuento es el plasma literario que menos acepta un andamiaje estético por sí solo.
Es exigente reclamador de la unidad ético-estética para el Desarrollo Literario del Momento Vital que desea despertar la Emoción Poética en el lector.
Si bien su lema artístico postula que "todo vale", también reclama con inapelable insistencia, que ese "todo vale" jamás haga abstracción completa de los Estados del Ser y del momento histórico en que los intuye, sobre los cuales, a través de infinitos prismas, condensará su óptica de irresistible convergencia.
Por estas razones, el cuento literario, sale con gran facilidad de los círculos concéntricos en los que la Élite del Ser modula sus creaciones, para introducirse, lleno de confianza, en los socavones; amenizar el lenguaje de la fábrica fabril; ayudar a que la semilla se esparza en el surco y a participar sin ceremonias en la intimidad familiar.
Por eso es que el Cuento es un compañero más entre los compañeros de historia y de lucha.
Como saeta impulsada como energía que los milenios han acumulado para él, el cuento, aquél que alguna vez fuera desechado por sus supuestos mayores, rememora continuamente la época de las cavernas, cuando a través suyo se confiaba el secreto del origen ígneo.
Con esa renovada envión, orbita a velocidades intergalácticas todos los ángulos del espacio literario.
Más allá de los horizontes de la forma y nos trae, presuroso, noticias y representaciones de los nuevos Estados del Ser y las nuevas condiciones que la Intuición, en evolución frenética, nos revela.
El Cuento fue la primera retina en la que se grabó el comienzo del mundo.

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